lunes, 8 de septiembre de 2008

Las causas Ocultas

—¡Me tenés podrida con llamarme “brujita mía” o “la bruja” delante de tus amigotes! ¡Tengo nombre, carajo! ¡Si querés que sea bruja, entonces vas a ver! Mirá como salgo gritando: “¡Soy una bruja, soy una bruja!” —Eso le dijo Elizabeth How a su marido, mientras salía a la calle, a grito pelado, rompiendo la calma veraniega de aquel 15 de julio de 1692 en la tranquila villa de Salem, en la colonia de Nueva Inglaterra.

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