miércoles, 3 de septiembre de 2008

Compañía

Lo encontré en la fiesta, copa en mano, mirando a la concurrencia, se diría que con soberbia. Nuestras miradas se cruzaron casualmente, y levanté mi copa en señal de saludo. ¡Ah! ¡Qué personaje más entretenido! Las horas restantes, hasta el amanecer cuando se fueron todos, las pasé dialogando con él de los temas más diversos: viajes, aventuras con mujeres, gustos, libros, música…

Cuando la claridad del día ganó el salón, me encontré saludando, en la despedida, a un hermosísimo espejo de la casa Ravencroft

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